Los Padres Opinana

Las cosas estan cambiando.

marzo 2008

Hace tan solo unas décadas, la vida familiar era muy distinta a como es hoy. El índice de natalidad era muy superior al actual, la familia era un ente indisoluble, a excepción del “ahí te quedas” ejercido por cualquiera de los conyuges, y el patrón de comportamiento estaba muy definido. Por lo menos como yo lo viví. Mamá cuidaba de los hijos y ejercía las labores domésticas, papá salía a trabajar a las siete de la mañana y volvía para comer y volver a salir. La palabra pluriempleo era la más habitual en el entorno familiar. Cuidar de ocho hijos no era precisamente no tener nada que hacer y mantener dos o tres empleos simultáneos tampoco. Si observamos a esas familias los papeles estaban asignados per se. Mamá cuidadora, papá proveedor y niños obedientes, si no corrias el riesgo de recibir el consabido sopapo. Hoy día las cosas son muy diferentes y cambian a un ritmo vertiginoso.

Hoy, las familias no tienen por lo general más de dos hijos y el pluriempleo es ejercido por ambos conyuges, papá y mamá trabajan fuera de casa por lo que el cuidado de los hijos recae durante muchas horas, más de las que muchos quisieramos, en personas ajenas al núcleo familiar, guardería, empleada dosméstica, abuelos, etc. En definitiva, el papel de cuidadora se reparte entre más personas y las tareas domésticas se comparten y reparten en mayor medida que antes. Y por otro lado el papel de proveedor se ejerce por parte de ambos conyuges.

Pero, ¿qué ocurre cuando una pareja por avatares de lo más varipinto se divorcia? Muy simple, retornamos al modelo de familia de hace decadas. ¡Viva el progresismo! Asignando a priori, lo contrario hay que demostrarlo, que la madre ha de ejercer la guarda, custodia y cuidado de los hijos y el padre ha de ejercer la provisión del conjunto como si nada hubiese pasado. Es como si esa familia del siglo XXI hubiese retrocedido al modelo familiar de mediados del siglo pasado. Como si la historia reciente de esa familia no hubiese existido. Da igual como compartiesen hasta hace unas semanas las tareas propias de la crianza de unos hijos, la provisión de las necesidades familiares, automáticamente unas son tareas propias de la madre y ella las ejerce y las debe seguir ejerciendo y otras son tareas del padre y debe seguir ejerciendolas. Si el padre llevaba todas las tardes a sus  hijos al parque, ahora se ve obligado a dejar de hacerlo. Solo tiene derecho a una tarde a la semana, en detrimento de la madre y de los hijos. Si les daba el baño o la cena, ahora debe dejar de hacerlo, en detrimento de la madre y de los hijos. Y lo más curioso de este viaje en la máquina del tiempo y de las costumbres, es la defensa que del mismo hacen las propias mujeres, principales perjudicadas al carecer de improviso de un padre cuidador y en perjuicio de su prole “que es lo que más quieren” y a la que se le cambia, un padre por un cuidador de fines de semana alternos.

Pero, existen padres, ¿progresistas quizás? que no retornamos al pasado, ni nos duelen prendas en defender lo que siempre quisimos e hicimos, cuidar de nuestros hijos. Padres que nos negamos a ser visitadores o meros proveedores, porque no fue ese nuestro modelo de comportamiento cuando estabamos casados. Esos padres desde el más estricto anonimato han seguido ejerciendo sus labores de padres aún contra la voluntad de sus madres.

Para demostrar la realidad social social actual nada mejor que recurrir a la INE, y más concretamente a su encuesta de población activa. En dicha encuesta se hace se hace un estudio pormenorizado, a petición del Instituto de la mujer, sobre las familias monoparentales encabezadas por una mujer. Evidentemente, esa encuesta tiene como fin recalcar el peso que obstenta la mujer en la familia y la sociedad, por tanto desprecia en su estudio todo dato referente al sexo masculino. Pero dada la dualidad sexual de la especie humana, lo que no es hembra es macho, nos permite gracias a unos grandes conocimientos en las ciencias exactas, como son la suma y resta, extraer datos referentes al otro sexo. Hay que tener en cuenta que al no registrarse o no quizás publicarse ninguna tabla con datos sobre el hombre, no se puede decir nada sobre estado civil del mismo en instante de ejercer la custodia, por tanto los datos se desglosan en “hijos procedentes de estado civil de la madre” en el momento de la encuesta.

A la vista de los gráficos extraidos, se aprecia con total nitidez que, el número de familias monoparentales con hijos encabezadas por un hombre tiene una clara tendencia creciente. Extrayendo de los totales las familias procedentes de enviudamiento, nos encontramos una tasa crecimiento de familias monoparentales encabezadas por hombres del 88,29 % en 2007 con referencia al 2002. Casi se ha duplicado en tan solo cinco años. Ojalá le hubiese ocurrido lo mismo a los sueldos, habríamos pasado de hablar de mil euristas a hablar de casi dos mil euristas (1882.9). Una cifra que nos da una idea clara del cambio que está experimentando la sociedad actual.

Pero esta no es la única cifra que resulta chocante. De todos es sabido que en este país la custodía se otorga a la madre en más de un 95% de los casos. ¿Cómo es posible entonces que los en últimos 4 años el porcentaje de padres que “ejercen” la custodia no baje del 11%? Y solo hablamos de las familias monoparentales, quedadn fuera de la encuesta los casados en segundas nupcias. ¿Es que acaso la custodia es como la falsa monéa,, que de mano en mano va y ninguna se la quéa como dice la copla? Queda para otra ocasión el análisis de lo que ocurre con la custodia.

Quedan en el aire esas cifras para todo aquel, que con inquietud, piensa que podemos construir un sociedad más justa para nuestros hijos.

Por último aprovecho estas líneas para dar la bienvenida a todas aquellas personas que con espiritu crítico y constructivo visitan nuestra página.

 

Sergio Ávila Elviro

Socio fundador y padre custodio de hijos menores